Más de la mitad de nuestros clientes son mujeres. En la semana del día de la mujer trabajadora, considero interesante dedicarles un artículo.
Las mujeres pasan durante su vida por algunas fases que hacen más vulnerable su columna:
- Durante la adolescencia sufren escoliosis idiopática con más frecuencia que los hombres.
- Durante la menopausia, debido a los desajustes hormonales de los estrógenos pierden masa muscular y densidad ósea hasta llegar a la osteoporosis
- Aquellas mujeres que deciden tener hijos ven cómo su cuerpo se transforma durante el embarazo y, en algunos casos, pasan por un parto más o menos traumático para la pelvis.
ADOLESCENCIA
Según la Scoliosis Research Society la escoliosis es la “Curva lateral de la columna mayor de 10 grados acompañada de rotación vertebral”. Epidemiológicamente está presente en un 2-4% de la población ( 8 de cada 10 son mujeres) y un 10% de esos casos necesitan cirugía.
La gran mayoría de las escoliosis, el 80%, se denominan idiopáticas, que quiere decir de causa desconocida. Sin embargo, actualmente el grupo de investigación del Hospital Sainte-Justine (Montreal) liderado por el profesor Charles Rivard y la Dra. Christine Coillard ha identificado el origen de la escoliosis idiopática como una alteración genética que provoca un crecimiento asimétrico de los cartílagos de crecimiento de un grupo de vértebras. Esto conduce a la deformidad tridimensional de la columna, una desorganización de la postura y un crecimiento vertebral y muscular no sincronizado.
Por tanto, si tienen antecedentes familiares, es importante revisar periódicamente la espalda de su hija en busca de asimetrías en hombros y costillas, ya que se suele manifestar durante la menarquia y adolescencia.
Se recomienda examinar la espalda desnuda de la niña mediante el test de Adams, que se realiza de pie con los pies juntos. Se le pide entonces que manteniendo las rodillas estiradas flexione el tronco hacia delante llevando las manos entre las rodillas. Si se evidencia entonces una deformación en la espalda con una giba o joroba provocada por las costillas se recomienda acudir al médico para recibir tratamiento.
Tratamiento en el instituto de columna
Inicialmente lo recomendado es un programa de ejercicios de fisioterapia especializada (método Schroth, Spinecor, RPG) que, dependiendo del grado de deformación y la edad ósea del paciente, puede ir acompañado de un corsé rígido o dinámico.
EMBARAZO Y POSTPARTO
Tanto durante el embarazo como después de él, las mujeres están sometidas a tensiones mecánicas que afectan a la zona lumbar. Conforme se desarrolla el bebé en el vientre tienen lugar cambios que influyen de forma importante en la postura de la madre.
En primer lugar, el peso y volumen abdominal que aumentan progresivamente trasladando el centro de masas y obligando a la madre cuando está de pie y caminando a echar la espalda hacia atrás, aumentando así la lordosis lumbar (el hueco de la zona lumbar se hace más grande). Esto produce un aumento de la tensión en el tejido alrededor de las articulaciones de las vértebras lumbares.
En segundo lugar, para preparar el cuerpo para el parto, las articulaciones de la zona lumbar baja y la pelvis se vuelven mucho más flexibles y elásticas, laxas, debido al aumento natural de ciertas hormonas como la relazina. Dicha laxitud facilita que las articulaciones se vuelvan inestables y se produzca estrés mecánico, especialmente si se ha aumentado mucho de peso.
Después del parto la madre está demasiado ocupada como para preocuparse por ella misma y, a menudo, las alteraciones posturales del embarazo persisten durante el resto de la vida.
Esta situación da lugar a dos síndromes dolorosos que se pueden presentar juntos o por separado. Por un lado la lumbalgia clásica, con dolor y disminución de la capacidad de movimiento en la parte baja de la espalda, que se acentúa con los cambios posturales (al sentarse o levantarse) y que puede irradiar hacia las piernas (ciática). Su origen es el estrés mecánico de las articulaciones vertebrales (discos intervertebrales y facetas)
Por otro lado distinguimos el Dolor de cintura pélvica (DCP), que es un dolor que aparece durante el embarazo (sin historia previa relevante de lumbalgia), se localiza siempre en el sacro y alrededor de los glúteos (nunca llega a la zona lumbar) manteniendo la movilidad lumbar libre, que se acentúa estando tiempo de pie o sentada, que puede aparecer de forma brusca, especialmente en los giros en la cama. Los últimos estudios muestran que su origen se debe al fallo en los músculos estabilizadores de la pelvis a la hora de controlar el movimiento en las articulaciones del sacro.
En los casos de lumbalgia el tratamiento más efectivo consiste en la reeducación postural combinado con la potenciación muscular selectiva de los músculos responsables de la estabilidad de la columna lumbar, los extensores lumbares profundos y el músculo transverso del abdomen. Seis semanas después de un parto natural, puede comenzar el protocolo. En los partos por cesárea se aconseja retomar no antes de la octava semana.
En muchas mujeres el DCP desaparece en los 3 meses posteriores al parto. Sin embargo en aquellas que persiste es importante tratarlo con ejercicios específicos de fisioterapia para rehabilitar los músculos estabilizadores pélvicos (glúteos, piramidal) y los músculos del suelo de la pelvis.
MENOPAUSIA
Según John Kanis, investigador y presidente de la fundación, un 25% de mujeres caucásicas de más de 50 años sufren alguna fractura vertebral por descalcificación, y una de cada cinco volverá a sufrir otra en menos de un año. Dichas fracturas pueden llegar a producir dolor crónico y deformidad en la columna, pérdida en la capacidad de movimiento y disminución de la capacidad respiratoria. Sin embargo la gran mayoría no reciben tratamiento.
A partir de la tercera década de la vida la densidad ósea se ve fuertemente influenciada por los factores hormonales. Con la menopausia las mujeres pierden un 4% de su masa ósea al año, es decir que en 10 años pierden el 40% sino reciben el tratamiento adecuado.
Al enfrentarse a la osteoporosis hay que asegurarse que el paciente está tomando el suplemento de calcio y vitamina D (más importante que el propio calcio). Dicha medicación es sobretodo necesaria en los casos de osteoporosis avanzada. Sin embargo, en prácticamente todos los casos, el ejercicio físico es esencial, aunque tradicionalmente ha estado infravalorado con respecto al tratamiento con fármacos. En recientes estudios se ha demostrado que el fortalecimiento muscular reduce la aparición de fracturas vertebrales en mujeres postmenopaúsicas entre un 30-70%.
Según el doctor Weiß, Autor del libro “ La osteoporosis puede curarse”, el fortalecimiento muscular mediante el entrenamiento con resistencia progresiva estimula al esqueleto disparando la construcción de masa ósea. Al mover una resistencia, la tensión se trasmite por el músculo hasta el hueso. Con la suficiente resistencia el cuerpo crea más hueso y más sales minerales se depositan en él. Esto produce ganancia tanto en la cantidad de masa ósea como en su densidad. Se ha calculado que con la carga y regularidad adecuada se gana un 15% más de masa ósea en 12 meses (más de lo que se consigue con la medicación).
"EXCESO DE MÚSCULO" EL MAYOR TEMOR
Muchas mujeres temen que el fortalecimiento muscular las “masculinizará”, es decir, que aumentará la masa muscular, lo que en una mujer, según algunos cánones no se considera atractivo. Nada justifica este temor. Cuando se ha alcanzando el físico adecuado, basta con detener la progresión de cargas, el músculo se mantendrá fuerte pero no crecerá más.